Explorando las posibilidades del sonido acústico, y letras acerca del lugar al que pertenecemos.
La idea: El zoológico de Mendoza es un laberinto. Uno llega a perderse en los pensamientos y en los caminos húmedos. Me acerqué a una jaula y me quedó horas mirando a un gorila que descansaba y me estudiaba meticulosamente. La tela de alambre estaba entre nosotros. En esos años la tela viajaba veloz, separando a los de «un lado» y los de «el otro». Era tan fácil reconocer a los enemigos y tan sencillo mantenerse juntos y abrazados para resistir. En estos días no vas a saber quién está de tu lado hasta que lleguen los momentos de tragedia (sólo en las caídas). Ya nunca vas a entender quién está dentro o fuera de la jaula ni siquiera dónde empiezan o terminan las otras jaulas. Ese día bajó del zoológico (que trepa sobre un cerro) y me di cuenta de que me estaba despidiendo de la claridad de las jaulas y los caminos divididos. Ese día terminaron las certezas para mí.