La estrategia de los garbanzos

del libro “Gagarín y las sirenas del mundo”

Hay ciertos lugares que nos asaltan por su propia imagen y otros que nos recuerdan hechos sucedidos, que nos modificaron y nos hicieron otro tipo de personas. Un puente en un parque a metros de la casa de gobierno de Mendoza es ese lugar para mí, solo una calle abajo y otra arriba. El 4 de abril de 1972 yo estaba en mi casa y me enteraba de todo por un viejo televisor blanco y negro. El país se convulsionaba poco a poco, pero no era algo extraño ya que en el mundo pasaba lo mismo. Una época de cambios donde las ideologías corrían a la velocidad de la luz y las novedades del espectáculo lentamente. El mayo francés sucedió en el 68 y en el 69 el “cordobazo” y sin embargo ver una película en la televisión filmada 10 años antes era una novedad, casi una sorpresa. Actualmente las películas recién estrenadas se consiguen en cualquier estación de tren o las pasan en el cable casi con horas de diferencia al estreno, pero hace largo tiempo que no me entero de ninguna idea nueva que haya surgido en otros países, ni aquí.
sacachispas En esa época mi viejo venía con las noticias y el entusiasmo explotando en cada frase, casi creíamos que era posible ver un tiempo mejor y por fin estar tranquilos y felices aunque sea “comiendo papas hervidas” como repetía mi madre eternamente. Los obreros y los jóvenes ocupaban las calles. Trataban de cambiar el mundo.

Ese día explotó todo y la represión y las protestas era lo único que sucedía, recuerdo fielmente la anécdota de una persona que había ido a comprar el pan y en una calle cercana a aquel puente perdió la vida por una bala perdida en un tiempo perdido que ocupó mirando la convulsión en la inmediaciones de la casa de Gobierno. Después quedaron detalles flotando en el aire como que los estudiantes tiraban “bolitas” al suelo para que los caballos de los militares que reprimían y golpeaban con sus palos se desplomaran, casi una escena graciosa. No se si por exageración o entusiasmo se agregaron anécdotas como la de la policía motorizada que habían mandado de la “Capital” a reprimir que al no tener acequias en su ciudad caían indefectiblemente en el agua veloz o a veces estancada y podrida. A la distancia no da risa pero en ese momento era una algarabía, era una expectativa para mi y mi familia.

Después el país entero cayo en la oscuridad y ya no moría de a uno en los enfrentamientos y los sucesos eran mucho mas oscuros. La exageración en las anécdotas llegó a tal punto que se contó que al paso de los jinetes golpeadores la gente les tiraba garbanzos al piso, directamente desde las bolsas y los corceles desconcertados caían indefectiblemente. Calculo que esto no es verdad, al menos apelando a la lógica. Pero a veces pienso que hubiese sido maravilloso la estrategia de los garbanzos, quizás los caballos se resbalaban y todos terminaban riendo por la escena insólita, quizás los militares optaban por no reprimir casi como festejando el ingenio, y sus jefes detenían las acciones militares sobre el pueblo y de manera inocente los conflictos hubiesen terminado como una gran broma nacional y se habría evitado tanta muerte y tanto dolor. Quizás mi adolescencia hubiese sucedido en un lugar feliz y calmado. Seguramente yo sería hoy una persona mejor y todo gracias a la estrategia de los garbanzos. Ese puente en curva sobre una calle, calle sobre calle, hermoso por los árboles y las plantas es un simple lugar de paso en medio de una ciudad pequeña. Pero cada vez que he vuelto a pasar me recuerda a la furia de aquel día, el desprevenido que fue a comprar el pan con su bolsa de plástico, lo que lograban las ideas en la gente en ese tiempo, los garbanzos y la vida que no pudimos tener en los años siguientes.

del libro «Gagarín y las sirenas del mundo»

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